En Santa Cecilia Escuela Musical nos hemos unido a Conmusica Institute for Modern Music Education para ofrecer en Utrera el mejor sistema de educación musical temprana para nuestros pequeños.
La frase “La educación musical de niños y jóvenes comienza nueve meses antes del nacimiento del niño” se atribuye al gran pedagogo musical húngaro Zoltan Kodály.
En los últimos años, muchos y variados estudios sobre investigación cerebral y de aprendizaje han demostrado la enorme y singular importancia que tiene para la formación de aptitudes musicales y lingüísticas el periodo de tiempo comprendido entre la etapa prenatal hasta el final de los siete años del niño.
Las impresiones prenatales nos acompañan durante toda nuestra vida: nuestro sentir, pensar y actuar están muy unidos a nuestras percepciones prenatales. Ya en el seno materno los bebés son capaces de percibir afecto, y este afecto ayuda considerablemente a su desarrollo corporal, anímico y mental.
El desarrollo fisiológico del feto ya posibilita desde el cuarto hasta el quinto mes de embarazo la percepción de tonos; poco después aparecen las reacciones motoras ante los sonidos, prueba irrefutable de esta capacidad de percepción. Uno o dos meses antes del nacimiento el oído interno ya se ha desarrollado por completo.
Antes del nacimiento, los bebés registran atentamente todos los sonidos dentro y fuera del seno materno –incluidos el lenguaje y la música. Las canciones y poemas que se les cante o recite durante el embarazo ayudarán al reconocimiento del idioma materno. Este tipo de afecto transmite al niño en el seno materno el sentimiento de ser bienvenido. Tras el nacimiento, los niños a los que se les ha cantado y recitado durante el embarazo, muestran claras evidencias de un “reconocimiento” de dichos textos y melodías. Y si con esto no es suficiente, la repetición regular de esta naturaleza estimula de manera probada la interconexión de las células nerviosas en el cerebro, creando así una base especialmente adecuada para posteriores procesos de aprendizaje.
El programa “Con la Música hacia la Vida” contiene canciones, poemas y métodos para realizar diferentes ejercicios de relajación, con los que las embarazadas y sus hijos pueden prepararse musicalmente para diferentes situaciones de la vida diaria a partir de la semana 24.
Max (el castor) y Mia (la hámster) proporcionan múltiples iniciativas musicales. Los planteamientos didácticos propuestos desde el primer libro, “Con la Música hacia la Vida”, hasta el último, “Max y Mia hacen Música”, se basan en un proyecto de enseñanza continuo que fomenta la instrucción musical del niño de acuerdo con su edad.
En los encuentros semanales, con el apoyo de los padres, se cantan y tocan canciones europeas tradicionales y canciones infantiles nuevas, acordes con la edad de los niños, así como se crean y se declaman diferentes poemas. Cantar y declamar los poemas en grupo fomenta la capacidad de concentración infantil, la comunicación entre los padres y el niño y su capacidad de expresión lingüística.
Los libros de la colección “Max y Mia” recogen los contenidos escritos y musicales en páginas ilustradas apropiadas para niños. En las horas de clase se experimentará musicalmente, relacionando ejemplos musicales de diferentes géneros (desde la música barroca, pasando por la clásica, la romántica y el jazz, hasta el pop) con actividades acordes con su edad. Los movimientos sincronizados respaldan la vivencia emocional de las estructuras musicales.
¿Por qué es importante iniciar a los bebés en la música ya desde su nacimiento?
Los seis primeros años del niño son fundamentales para la formación del oído y el desarrollo de la facultad del habla. Poner en contacto al niño de múltiples maneras con la música durante esta etapa de su desarrollo ofrece oportunidades que no deberían desaprovecharse: escuchar diferentes sonidos y tonos musicales y balbucear las canciones proporcionan una interconexión más intensa de las células cerebrales. El cerebro reconoce la música como una lengua y crea las condiciones idóneas para que la música pueda reconocerse como un segundo “idioma materno”.
Objetivos principales de nuestra educación musical temprana
El aprendizaje duradero funciona mejor cuando se abordan diferentes percepciones sensoriales y canales de aprendizaje. Por ese motivo, en los programas didácticos de “Max y Mia” utilizamos y estimulamos todos los sentidos:
Claves del aprendizaje con “Max y Mia”
Ofertamos una amplia gama de posibilidades instrumentales para que cualquier persona a partir de los 8 años pueda iniciarse en el fascinante mundo de la interpretación instrumental. Nuestro profesorado, todo con la titulación necesaria según la normativa, imparte clases motivadoras e ilusionantes para que nuestro alumnado pueda disfrutar del instrumento en todos sus ámbitos.
Los beneficios que aporta tocar un instrumento son :
1. Refuerza la atención y la concentración. La música estimula áreas del cerebro que difícilmente se pueden ejercitar de otra manera. Aquellas personas que han tenido una formación musical tienen unas capacidades de concentración y atención a los detalles superiores a la media, así como una mayor voluntad para ser constantes y a seguir una disciplina en su día a día.
2. Incremento de la memoria y la creatividad. En el estudio de la música y/o de un instrumento musical se ponen en juego fundamentalmente tres aspectos: la memoria visual, la memoria muscular o gestual y la memoria auditiva, que interactúan en un complejo proceso intelectual. Este entrenamiento cotidiano contribuye a ampliar la memoria, ya aplicada a otros aspectos de la vida, permitiendo fijar los recuerdos, recientes o antiguos. Además, el estudio y escucha de la música potencian la creatividad y la agilidad mental, facilitando la solución de problemas de forma imaginativa.
3. Desarrollo de habilidades motoras y rítmicas. La audición musical guiada estimula el desarrollo de un conjunto de capacidades motoras en los más pequeños, que se ven incrementadas una vez el niño comienza a tocar un instrumento. La particularidad del estudio de un instrumento, con sus rutinas y ejercicios, ayudan a interiorizar y desarrollar una capacidad de coordinación que difícilmente se puede desarrollar de otra manera.
4. Incremento de la seguridad en uno mismo y facilidad para socializar. La práctica musical es un vehículo que puede incrementar la autoconfianza y contribuir en la solución de los problemas de falta de autoestima de los niños, especialmente durante la adolescencia. La práctica y progresos diarios, y el compartir la música con otras personas en conciertos y/o reuniones, refuerzan en el joven la seguridad en sí mismo y brindan la posibilidad de establecer nuevas amistades y relaciones.
5. Reduce el estrés. Muchos profesionales de la medicina prescriben escuchar música a aquellas personas que sufren de estrés y de ansiedad. Además, la música ayuda a generar endorfinas, la hormona de la felicidad. La música también mejora el desarrollo del área cerebral implicada en la motivación, el placer y la recompensa.